miércoles, 3 de octubre de 2007

Cinecrítica: Mataharis

El pasado domingo JT y yo pudimos disfrutar de la nueva película de Icíar Bollaín: Mataharis. Tenía muchas esperanzas puestas en esta película, pero admito que el resultado final colmó todas mis expectativas. En hora y media, y sirviendose de las experiencias de sus tres féminas protagonistas, Bollaín disecciona con precisión quirúrgica la mayoría de los males que aquejan a la sociedad actual, y en particular, a sus parejas. La incomunicación, la soledad, la difícil compaginación de la vida laboral y personal, la infidelidad, la insatisfacción...problemas con los que cualquiera puede sentirse identificado, tratados ademas con exquisita sensibilidad, sin excederse ni quedarse corta con los momentos emotivos, apuntalado todo ello en un guión preciso y precioso.

El ambiente laboral de las protagonistas (una agencia de detectives privados) enmarca la historia pero no resulta imprescindible en el argumento, siendo fácilmente trasladable a cualquier ámbito. Pese a todo, es de agradecer este aire de originalidad en una cinematografía -la nuestra- que no acostumbra a sorprendernos con sus historias. En este marco, las tres detectives (Najwa Nimri, Nuria Gonzalez y María Vázquez), de edades y problemáticas diversas, sobrellevan su existencia del mejor modo posible, escondiendo bajo una imagen de éxito profesional sus miserias personales. Todas ellas, en un momento dado del film, se enfrentarán a sus miedos en una especie de catarsis vital de inesperadas pero, en cualquier caso, sanadoras consecuencias. Especialmente emotiva resulta la interpretación de la espléndida Nuria González. Lástima que los papeles con miga le lleguen a esta actriz ligeramente tarde, pero es de justos reconocer su altísimo registro interpretativo. La inclasificable Najwa, adalid de la modernidad y musa de la música indie española, borda su papel de madre y trabajadora incansable. Su propia maternidad, como explica la directora, quizá le haya ayudado a dar terrenalidad a su interpretación. Tristán Ulloa, en un papel corto pero memorable (ay, esas lágrimas finales) le da la réplica como su marido. Y la frescura corre a cargo de la juventud de María Vazquez, la tercera en discordia, ejemplo de profesional liberada y de éxito pero incapaz de asentarse emocionalmente. El televisivo Diego Martín, que con su gran papel pide a gritos más protagonismo (merecido) en el mundo del celuloide, interpreta a un sindicalista que se enamorará perdidamente de ella.

En definitiva, una película sencilla pero sentida, redonda, interpretada con pasión y dirigida con pulso firme pero sereno. Iciar Bollaín ofrece una nueva muestra de su talento.






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- Najwa Nimri