lunes, 23 de agosto de 2010

Película 12/30 de "Un mes de cine" (21 de agosto)
























Phillip Morris, ¡te quiero!

Vista: 21 de agosto de 2010, cines Van Dyck, Salamanca.
Nota: 6,75
Lo mejor: Que actores reconocidos se atrevan con este tipo de film y personaje
Lo peor: Que no se llegue a estrenar en la hipócrita y puritana USA


Difíciles de creer los problemas que ha tenido esta película para estrenarse, tiempo después de la fecha prevista y de momento sólo en Europa (problemas de distribución no aseguraban a día de hoy su estreno americano). Increíble porque uno pensaba que la temática homosexual en el cine estaba más que normalizada, en especial después del éxito de, por ejemplo, la estupenda "Brokeback mountain". Pero así es la sociedad americana, hipócrita como pocas.

El film que nos ocupa, basada en un personaje real, narra la vida de Steven (Jim Carrey), un policía casado y con una hija que oculta su homosexualidad. Harto de vivir una vida que no es la suya, y tras un accidente que le hace reflexionar, sale del armario y abandona su trabajo dispuesto a vivir cada momento como le apetece. Para costearse el tren de vida del que disfruta, comienza a estafar grandes sumas a las empresas donde trabaja. En una de sus visitas a la cárcel, se enamora perdidamente de Phillip Morris (Ewan McGregor), y a partir de ese momento, jura que hará cualquier cosa para hacerle feliz, incluido seguir delinquiendo para pagarle todo tipo de caprichos. Mentiroso, embaucador, farsante, pero también encantador, su vida se convierte en una continua entrada y salida (con fugas incluidas) de prisión, aunque una constante regirá su vida: el amor que siente por Phillip.
Comedia con toques de drama, o drama con pinceladas cómicas, la película se ve con agrado pese a cierto exceso en la interpretación de Carrey, demasiado acostumbrado a las muecas y a la sobreactuación. En las secuencias dramáticas resulta creíble, pero en las cómicas se le va la mano y pareciera estar a un paso de Ace Ventura o de su Mentiroso Compulsivo. La interpretación de Ewan resulta mucho más convincente, dentro del amaneramiento del personaje.
En definitiva, un canto al amor y a la libertad de la que, por cierto, todavía carece el verdadero Steven.