Justo cuando empezaba a pensar que el panorama literario español estaba más que trillado, la aparición de este zaragozano me ha congraciado de nuevo con los autores noveles, dandome un motivo más para admirar esa gran ciudad que es Zaragoza.
Con una prosa espléndida, a la vez sencilla y elaborada, pero siempre sugerente, de una ternura y cercanía alarmantes, Berges nos demuestra que no hace falta ser complejo ni excesivamente denso para prender en el corazón del lector. Basta con una buena historia, un lenguaje que te envuelva como la mejor de las mantas, y unos personajes de carne y hueso. Y son los protagonistas el mayor de los aciertos de este club, el de los estrellados. Dos amigos, funcionario uno y hostelero otro, aparentemente corrientes pero a la vez excepcionales, con los mismos anhelos que el resto de la humanidad, y que podrían resumirse en uno: amar y ser amados.
Joaquín, desde aquí, y pese a la escasa posibilidad de que leas estas líneas, me gustaría decirte que he disfrutado como nunca con tu club, que Francho y su amigo me acompañarán durante espero mucho tiempo y que incluso has despertado en mí la curiosidad por una de las músicas a las que no presté nunca excesiva atención. ¿Para cuándo la segunda?.
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